miércoles, 3 de septiembre de 2014


“Una pequeña casualidad para el hombre, un gran paso para la salud”







Alexander nació en un tiempo de expansión territorial y conflicto entre potencias,  el 6 de agosto de 1881, en la localidad de Darvel (Ayshire, Escocia)



La ciudad de Londres fue una ciudad clave del destino  del  científico en cuestión, hijo de una humilde familia de granjeros escoceses del condado de Arc. A los 16 años fue enviado a la capital inglesa bajo el cuidado de su hermano que trabajaba como aprendiz de oculista. Luego en 1891 intento alistarse como voluntario del ejército británico pero sin conseguir luchar la guerra de los Boers (Sudáfrica) Al mismo tiempo Fleming recibió una herencia del hermano mayor de su padre, lo cual le permitió comenzar a estudiar y gracias a becas y premios cursar una carrera brillante. Al estallar la primera guerra mundial en 1914 Fleming entro indudablemente en las primeras líneas y  quedó impresionado por la gran mortalidad causada por las heridas en los hospitales de campaña. Finalizada la guerra, regresó al Hospital St. Mary donde buscó intensamente un nuevo antiséptico que evitase la dura agonía provocada por las heridas infectadas.

 Otro hecho importante en su vida fue en 1921 mientras continuaba su investigación sobre enfermedades de combatientes, descubrió una enzima activa presente en muchos de los tejidos corporales, aunque con  actividad restringida entre organismos patógenos. Asi descubrió la Lisozima. En 1928 siguiendo su lucha contra las baterías, Fleming estaba estudiando las propiedades del Staphylococcus, un género de bacterias que está presente en la piel y la mucosa de los humanos y que causa –como consecuencia de la producción de toxinas– una serie de enfermedades tales como diarreas, vómitos y náuseas, entre otras. El 3 de septiembre de ese año, Alexander volvió de un mes de vacaciones junto a su familia y se dirigió a los cultivos que había dejado sobre la mesada del laboratorio. Se encontró con que una de las placas estaba contaminada con un hongo, y que no había colonias de Staphylococcus en la región adyacente al hongo, pero sí en las zonas más alejadas. Este hongo fue identificado como perteneciente al género Penicillium, por lo que, el 7 de marzo de 1929, nombró penicilina al compuesto que este produce. Podemos nombrar a este gran descubrimiento como una Serendipia, es decir, un descubrimiento o un hallazgo afortunado e inesperado que se produce cuando se está buscando otra cosa distinta mediante la casualidad, la coincidencia o un accidente, lo cual podemos relacionarlo con el desorden generalizado en su laboratorio y en su vida cotidiana; pero a su vez debemos reconocer su capacidad de observación e intuición ya que cualquier otro bacteriólogo al encontrar su muestra contaminada por la atmosfera la desecharía y repetirían el experimento, en cambio Fleming se detuvo en esta característica y descubrió el  antibiótico que ha salvado a millones de personas en todo el mundo, y constituye uno de los descubrimientos más importantes del siglo XX. 






Podemos enmarcar a esta investigación dentro de la ciencia aplicada ya que estudia un objeto real y concreto que se puede observar, experimentar y verificar. Decimos esto ya que Fleming una vez que había descubierto las propiedades de la penicilina, hizo diversos experimentos, inyectando cultivos en cobayos, comprobando que era inocuo para los leucocitos e inofensivos para las células animales. Así, llego a la conclusión de que no presentaría riesgos aplicarlo en seres humanos lo cual es llamado diseño experimental. Ese mismo año publicó sus hallazgos. Fleming trabajó con el hongo durante un tiempo pero la obtención y purificación de la penicilina a partir de los cultivos de Penicillium notatum resultaron difíciles y más apropiados para los químicos. Chain y Florey desarrollaron en Inglaterra un método de purificación de la penicilina que permitió su síntesis y distribución comercial para el resto de la población.





Fleming no patentó su descubrimiento creyendo que así sería más fácil la difusión de un antibiótico necesario para el tratamiento de las numerosas infecciones que azotaban a la población. Su descubrimiento de la penicilina significó un cambio drástico para la medicina moderna iniciando la llamada "Era de los antibióticos”.
 Para escapar de su rutina, se refugiaba en el arte, le gustaba mucho pintar, pero no lo hacia de la forma convencional sino que realizaba "pinturas con gérmenes", es decir pintaba el lienzo con bacterias pigmentadas, las cuales son invisibles mientras pintó, pero surgen con intensos colores una vez crecidas después de incubar.
Un dato importante en cuanto a su vida sentimental es que en 1915, se casó con la irlandesa Sarah Marion McElroy, con la cual en 1924 tuvo un hijo, Robert, cuyos pasos profesionales se encaminaron a la medicina. Luego, su esposa fallece en 1949 y cuatro años después Fleming, vuelve a contraer matrimonio con la doctora griega Amalia Koutsouri-Voureka, compañera del científico en el hospital St. Mary. Pero el matrimonio, tan solo duró dos años ya que el padre de la penicilina murió en 1955 de un ataque cardíaco. Fue enterrado como héroe nacional en la cripta de la Catedral de San Pablo de Londres.

"No inventé a la penicilina, la naturaleza lo hizo. Yo sólo la descubrí por casualidad"
  Alexander Fleming




 Fuentes
·         Enciclopedia cultural tomo XII


Autores
Chiri Sofia
Becerra Matias
Pellegrino Gonzalo




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